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HOMENAJE A LUISA MERCEDES LEVINSON
EN LA BIBLIOTECA NACIONAL
Jueves, 4 de Septiembre de 2008
"VISIONARIA EN MÁS
DE UN SENTIDO"
Así define Luisa Valenzuela a su madre, la
autora de "El abra" y única mujer que
compartió la autoría de un cuento con Borges,
a la que se ha emparentado con Silvina Ocampo y César
Aira.
Por SILVINA FRIERA
Luisa Mercedes Levinson escribió un cuento con
Borges.
A veces la memoria literaria se comporta como los agujeros
negros, esos cuerpos con un campo gravitatorio extraordinariamente
grande, rodeados de una frontera esférica que permite
que la luz entre pero no salga. Las radiaciones luminosas
de Luisa Mercedes Levinson (1909-1988) ingresaron con
una potencia extraordinaria a la literatura argentina,
pero por una compleja constelación de omisiones
y de equívocos su obra ha sido poco frecuentada.
El personaje que inventó, la escritora argentina
más excéntrica, que pasaba buena parte del
tiempo en su cama, rodeada de libros y papeles, leyendo
o escribiendo y que hizo de su casa en el barrio de Belgrano
un salón literario al que Fernando Alegría
llamó el Bloomsbury porteño, la única
que tuvo el privilegio de escribir un relato con Borges,
"La hermana de Eloísa", parece haber
eclipsado los cuentos y novelas de una autora que, según
Roger Caillois, "merecen ser traducidos a todos los
idiomas y formar parte de las más exigentes antologías
del mundo".
Leopoldo Brizuela, en el prólogo a los Cuentos
completos de Levinson, publicados en 2005 por Corregidor,
aproxima la prosa de LML a la de Marosa di Giorgio, Silvina
Ocampo, y hasta autores más recientes como César
Aira. La notable y exquisita Luisa Valenzuela participará
de un merecidísimo homenaje a su madre, acompañada
por Laura Nicastro y Ezequiel Grimson, que se realizará
hoy a las 19 en la Biblioteca Nacional (Agüero 2502),
donde se proyectará un video de trece minutos dirigido
por Gaspar Correa Marjak. Cuando Valenzuela habla de su
madre, la llama Lisa, como le decían los amigos,
Borges y Bioy Casares. "Era una visionaria en más
de un sentido. Y trabajó mucho con el tema del
tiempo, hasta en los títulos, su libro de cuentos
El estigma del tiempo, su relato 'El pesador de tiempo',
que apareció en un libro de arte con dibujos de
Pérez Celis", dice la escritora a PáginaI12.
Cuando la autora de "El abra" murió,
el 4 de marzo de 1988, Marco Denevi dijo: "La obra
maestra de Luisa Mercedes Levinson fue ella misma".
Se refería, claro, al personaje, a esa mujer de
capelinas y chales vaporosos, de gestos con una teatralidad
divertida y sugerente, acompañada siempre por un
clan de gatos clarividentes. "La frase de Denevi
es bella y muy aguda, pero me da cierto escalofrío",
admite Valenzuela. "Su máscara ganó
la partida en la memoria de la gente, pero detrás
de esa máscara había tanto más, había
y hay toda una obra muy importante. Tantas cosas me llaman
y siempre me llamaron la atención: su erotismo,
por cierto, tan adelantado a la época; su pasión
por la vida y al mismo tiempo esa comprensión íntima
y profunda de la muerte, de un más allá
extraño, de mundos que se superponen y se imbrican;
su sentido del humor agudísimo que juega con el
lenguaje y rompe las escenas más patéticas."
Valenzuela recuerda que "El abra", considerado
el mejor cuento de LML, o el más antologado, fue
escrito después de su trabajo en colaboración
con Borges. "Lisa siempre dijo que con él
había aprendido rigor literario. Y yo sigo sosteniendo,
lo cual me resulta más fácil al hablar de
mi propia madre, que si bien hay una sola fue múltiple
en personalidad y obra", plantea su hija.
La Biblioteca Nacional publicó este año,
en su serie Libros del Bicentenario, El abra y otros cuentos,
una antología de relatos de LML con introducción
crítica de Carlos Bernatek. "Levinson produjo
un extrañamiento en la literatura argentina, algo
que estaba más allá de las excentricidades
sociales en las que incurría, y que alimentaban
cierta prensa banal que apenas atisbaba ese ademán
superficial, sin reparar en el artefacto experimental
que estaba desarrollando con su obra", advierte Bernatek.
"El peculiar periplo que describe la obra de Levinson
muestra un crescendo y un simultáneo despojamiento.
Desde la narrativa de las costumbres sociales urbanas,
destacando su gran destreza en el manejo de las densas
escenas rurales, los textos avanzan progresivamente sobre
la metafísica bajo la impronta de lo fantástico."
El ilustre hispanista francés Jean Cassou se preguntó:
"¿De dónde le viene a Luisa Mercedes
Levinson esa intuición para percibir las cosas
oníricas y su sabiduría de lo secreto, por
terrible que sea, para descubrir lo que queda detrás
de las cosas?". Tal vez en la propia vida de LML
se encuentre, en parte, algunas respuestas al interrogante
que lanzó Cassou.
Antes de cumplir los diez años, LML inventó
una pieza de teatro, escribió versos, transcribió
sueños y tomó clases de arpa; una multiplicidad
de tempranos estímulos que nutrieron su universo
onírico. En el teatro Colón, esa niña
precoz observaba un incesante desfile de personajes e
imágenes, escenarios griegos, romanos, medievales,
el Gran Siglo francés, la Contrarreforma española;
mundos que acicateaban su imaginación. "Pienso
que pesó cierto pudor ante la familia, claro, cuando
empezó a publicar. Pero también había
textos que no quería firmar con su propio nombre,
como las colaboraciones en la revista Idilio. Secreteando
con Lisa Lenson suena mejor que con Luisa Mercedes Levinson,
para no hablar del bochorno de ser una Miss Lonelyhearts
porteña", ironiza Valenzuela. LML escribió,
entre otros, La casa de los Felipe (1951), su primera
novela, a las que seguirían Concierto en mi (1956),
el consagratorio libro de relatos La pálida rosa
del Soho (1959), con el que obtuvo el Premio Municipal
de Literatura y el Premio Provincia de Buenos Aires; La
isla de los organilleros (novela, 1964), Las tejedoras
sin nombre (cuentos, 1967), A la sombra del búho
(novela, 1972), El estigma del tiempo (cuentos, 1977),
Ursula y el ahorcado (cuentos, 1982) y El último
zenofonte (novela, 1984). Parece que tanto Borges como
Levinson no le dieron mucha importancia a "La hermana
de Eloísa" (1954), relato que escribieron
juntos. "Solían ir a caminar por los barrios
que Borges amaba y volvían muertos de risa recitando
versitos pícaros de esos que menciona Bioy y que
a mí, de preadolescente, me parecían de
un infantilismo bochornoso", recuerda Valenzuela.
"Rieron mucho y disfrutaron la escritura del cuento.
Recuerdo que Borges al terminar una sesión decía
muy orgulloso: "Hoy hemos trabajado mucho, completamos
toda una línea". Pero después ninguno
de los dos le dio demasiada importancia a ese producto,
sintieron que se les había ido la mano con el ridículo.
Ni figura en la Obra en colaboración de Borges,
aunque un par de años atrás apareció
en Francia una pequeña y elegante edición
comentada, de la que me enteré por pura casualidad".
"Escribir en la cama me hace pensar en una pasividad
no del todo saludable, ¡pobre cuello!, pero Lisa
era una persona muy sociable a partir de las 19 y los
domingos a la hora del té -cuenta Valenzuela-.
Ni aun cuando estaba de verdad enferma, con dos vértebras
rotas, dejó de ir a un homenaje que se le hizo
en una biblioteca municipal; prometió permanecer
sentada todo el tiempo pero no pudo con su genio y se
puso de pie para dar una de sus más sentidas alocuciones.
Era alguien que se entregaba de lleno a su público.
Era una escritora y su doble, como en el cuento de Henry
James, pero en el caso de ella el personaje mundano era
sumamente seductor y fascinante. Demasiado, al punto de
opacar a la que escribía en la cama esos textos
tan bellos."
Respuestas a Silvina Friera:
1-¿Por qué LML y su obra suele ser omitida
con excesiva frecuencia de la memoria literaria argentina,
como señala Carlos Bernatek en el prólogo
de "El abra y otros cuentos"? ¿Era una
literatura "incómoda" "inadecuada"
para la época, los años 50, sobre todo?
¿Quizá demasiado "experimental"
o precursora, adelantada para que lo se solía canonizar
entonces?
- Creo que Lisa era una visionaria en más de un
sentido. Y mucho estuvo trabajando con el tema del tiempo,
hasta en los títulos (su libro de cuentos El estigma
del tiempo, su relato "El pesador de tiempo"
que apareció en un libro de arte con dibujos de
Pérez Celis). Algunos piensan que fue precursora
del realismo mágico, algunos quizá opinen
como Leopoldo Brizuela: "Levinson, sí, como
otro de los seres de esa mitología ecléctica
con que reemplazó a sus antiguas creencias, salvada
para siempre, mito ella misma que parece decir, entre
todas las voces y con Marina Tsvietáieva. 'Mis
lectores pertenecen, ay, al siglo XX; pero yo, ¡yo
soy anterior a todo siglo...!' "
2-¿Qué resonancias tiene en vos, hoy, la
frase que dijo Denevi: "La obra maestra de Luisa
Mercedes Levinson fue ella misma"? ¿Qué
aspectos de la obra de tu madre fuiste descubriendo o
leyendo de otra manera en estos años, qué
te generó más asombro? (a mí me llama
la atención el erotismo, una constante en buena
parte de sus cuentos, más o menos intenso, oblicuo,
sugerido, etcétera)
- La frase de Denevi es bella, y muy aguda, pero me da
cierto escalofrío. Su máscara ganó
la partida en la memoria de la gente, pero detrás
de esa máscara había tanto más (al
contrario del párrafo que citás de "El
abra"), había --hay-- toda una obra muy importante.
Tantas cosas me llaman y siempre me llamaron la atención
en dicha obra. Su erotismo, por cierto, tan adelantado
a la época. Su pasión por la vida y al mismo
tiempo esa comprensión íntima y profunda
de la muerte, de un más allá extraño,
de mundos que se superponen y se imbrican. Su sentido
del humor agudísimo que juega con el lenguaje y
rompe las escenas más patéticas.
3-¿Por qué usó el seudónimo
Lisa Lenson en sus colaboraciones periodísticas?
¿Era parte del sentido del humor, o se debía
a los problemas que podía generar en la familia
firmar con su nombre?
Pienso que pesó cierto pudor ante la familia, claro,
en la época cuando empezó a publicar. Pero
también había textos que no quería
firmar con su propio nombre. Las colaboraciones en la
revista Idilio, por ejemplo. Imaginate: Secreteando con
Lisa Lenson suena mejor que con Luisa Mercedes Levinson,
para no hablar del bochorno de ser una Miss Lonelyhearts
porteña.
4-¿A qué atribuís la potencia (y
vigencia) que sigue teniendo el que es considerado su
mejor cuento "El abra"? (No me deja de maravillar
tantos fragmentos, pero te cito este: "...la expresión
de esa cara era igual a la de muchas mujeres que se encuentran
en el pueblo o las ciudades: una máscara de melancolía
o de tedio y detrás de la máscara nada",
que me hace pensar que LML escribía-indagaba en
ese tedio "burgués")
- El Abra fue escrito después de su trabajo en
colaboración con Borges, y Lisa siempre dijo que
con él había aprendido rigor literario.
Y yo sigo citando, lo cual me resulta más fácil
al hablar de mi propia madre, que si bien hay una sola
fue múltiple en personalidad y obra.
De ese cuento dijo St. John Perse, el muy laureado: "Una
obra maestra de pasión. Es el cuento que más
me ha conmovido de la América profunda".
En cuanto a lo del tedio burgués, estás
en lo cierto. Debe de haberlos sufrido en el enorme departamento
de la Avenida de Mayo, hija única con maestras
particulares por razones de salud, veladas musicales de
alto vuelo. Y lo decortica a veces con despiadado humor,
basta con leer La isla de los organilleros, novela que
me encanta, o Concierto en mi, que es la que menos me
gusta. Pero por encima de todas las cosas, amaba al ser
humano sin hacer distinciones.
5-No sé si te lo pregunté, pero ¿Así
como escribió con Borges "La hermana Eloísa",
nunca intentaron escribir algo más, juntos? ¿Por
qué sí o no? ¿Qué pasó?
- Qué pasó no sé, suponiendo que
algo haya pasado. Mucha importancia no le dieron al cuento,
pero solían ir a caminar por los barrios que Borges
amaba y volvían muertos de risa recitando versitos
pícaros de esos que menciona Bioy y que a mí,
de preadolescente, me parecían de un infantilismo
bochornoso. En cuanto a "La hermana de Eloísa",
también rieron mucho y disfrutaron la escritura
del cuento. Recuerdo que Borges al terminar una sesión
decía muy orgulloso "Hoy hemos trabajado mucho,
completamos toda una línea". Pero después
ninguno de los dos le dio demasiada importancia a ese
producto, sintieron que se les había ido la mano
con el ridículo. Ni figura en la Obra en Colaboración
de Borges, aunque un par de años atrás apareció
en Francia una pequeña y elegante edición
comentada, de la que me enteré por pura casualidad.
6-Pensaba que la imagen del escritor "en la cama"
quedó asociada con Onetti, pero LML pasaba horas
en la cama, entre libros, papeles, escribiendo. ¿Qué
reflexión te merece este "estar en la cama",
escribir en la cama?
- Escribir en la cama me hace pensar en una pasividad
no del todo saludable (pobre cuello) pero nada que ver
con Onetti. Lisa era una persona muy muy sociable a partir
de las 19 y los domingos a la hora del té. Ni aún
cuando estaba de verdad enferma, con dos vértebras
rotas, dejó de ir a un homenaje que se le hizo
en una biblioteca municipal; prometió permanecer
sentada todo el tiempo pero no pudo con su genio y se
puso de pie para dar una de sus más sentidas alocuciones.
Era alguien que se entregaba de lleno a su público.
Era una escritora y su doble, como en el cuento de Henry
James, pero en el caso de ella el personaje mundano era
sumamente seductor y fascinante. Demasiado, al punto de
opacar a la escribía en la cama esos textos tan
bellos.
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